En el suplemento Mercados que edita el diario El Mundo se publica una entrevista con Cándido Méndez, secretario general de la Unión General de Trabajadores. En esta entrevista afirma este señor " En una crisis debe ponerse más énfasis en el crecimiento que en la estabilidad". Claro está ¿quién puede crecer? uno pensaría que con las normas del libre mercado cualquiera puede crecer mediante inversiones, organización y esfuerzo. Esto sería verdad menos para el sector de las pymes que desarrollan su trabajo en el sector de la formación privada.
¿Qué está ocurriendo con este sector en España? que no puede crecer porque no se les permite. Una legislación inexistente para esta importante actividad económica, la competencia desleal de sindicatos, organizaciones empresariales y universidades, además del sinfín de organizaciones paragubernamentales subvencionadas están ahogando la actividad de las pequeñas empresas de formación.
Lo más grave de todo es la ausencia de reconocimiento de la labor que realizan: la capacitación profesional de los profesionales y técnicos que pagan por su servicio y que buscan obtener una mejora en su posición en el mercado de trabajo.
Las certificaciones y titulaciones que emiten estos centros a nivel privado (aún con la misma carga horaria y con el mismo contenido desarrollado) no son aceptadas en la administración para optar a un puesto de trabajo.
Cuando se efectuan convocatorias públicas se priman a las entidades sin ánimo de lucro antes que a las empresas privadas. ¡ contradicción! Invierta, cree puestos de trabajo, genere recursos y después no pueden optar a los programas públicos. Claro que el "sin ánimo de lucro" encierra una potente discriminación que prima a las grandes coporaciones sindicales y patronales y que nadie sabe como gestionan estos recursos ¿realizan convocatorias para que puedan impartir esa formación las empresas? Pués a lo que se ve, esto no se sabe ya que en determinados casos estas mismas corporaciones desarrollan sus propias estructuras de personal y recursos humanos y técnicos para impartir sus cursos. Es un situación de compteneica más que desleal.
Esto supone un verdadero freno para las empresas, para la sociedad civil que se ve obstaculizada. Estamos asistiendo desde hace muchos años a un modelo de sociedad subvencionada que discrimina al más pequeño y fortalece al más grande. Luego hay que escuchar los discursos que justifican lo injustificable. Este modelo nos está empobreciendo como sociedad y está castigando la capacidad de generar empleo e iniciativa en una sociedad que se adormece y pierde su sentido crítico.
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