domingo, 26 de octubre de 2014

La paradoja del Gran Presente

Nunca pudimos imaginar una herramienta de tales dimensiones. Ni siquiera la mayor de las bibliotecas de cualquier período histórico podría haber acumulado tal cantidad de datos, informaciones, comunicaciones y un acceso tan rápido a cualquiera de ellos. En décimas de segundo tenemos a nuestra disposición una cantidad de información tal que necesitaríamos años para procesar y analizar. Hablamos de Internet como habrán supuesto.

El antropólogo francés Marc Augé, analista de nuestra contemporaneidad desarrolló el concepto de "sobremodernidad", una de cuyas características definitorias  es el exceso de información. Este exceso nos da la impresión que la historia y, nuestra propia realidad cotidiana,  sufren un proceso de aceleración. Valga también que la repetición de noticias en diferentes medios de comunicación a lo largo de un día termina construyendo una amalgama que influye sobre nuestro estado emocional. Internet es un gran espacio público de interacción entre los individuos y su  principal característica es el predominio del tiempo sobre el espacio. Hoy día podemos establecer contactos y comunicación sin estar ligados a ningún territorio y desplegar procesos de inteligencia colectiva en red.

Pero en Internet, de algún modo, estamos construyendo un Gran Presente, donde la información, si no se poseen las competencias y habilidades necesarias, no caduca y siempre permanece al alcance de cualquier persona en todo momento y con una economía de recursos asombrosa: a un solo clic. Este Gran Presente hace difícil que se produzca el olvido. La información se desparrama en el ciberespacio y genera dificultades para eliminarla tal y como se está viendo a partir de la regulación de este derecho para los internautas.

El Gran Presente que estamos creando por acumulación a partir del desarrollo tecnológico mediante la generación de contenidos que se localizan en las redes crea una especie de contemporaneidad perpetua que atrapa  a  las personas y los grupos. El enfrentamiento de la aceleración del tiempo histórico y el Gran Presente  puede suponer una paradoja por cuanto:

  • se igualan los acontecimientos: el hambre en el mundo y las ganancias de los bancos pueden compartir la misma página de un diario o un informativo.
  • se difuminan y se simplifican las fronteras entre lo real y lo virtual. Aquello que no está en lo virtual corre el peligro de no existir. Y al contrario, a veces lo virtual es solo eso y no se corresponde con nada real.
  • nos dificulta la comprensión de lo global tanto por la cercanía de la información, el sentimiento de aceleración y la ausencia de marcos analíticos que absorban la cantidad de información. Los conocimientos serán cada vez menos globales y más parciales.

En definitiva el Gran Presente puede ser un marco en el que se pueden provocar efectos de sustitución de la realidad por la ficción como anticipa el propio Augé. La coexistencia contemporánea de tantas realidades genera modelos cuyos trasvases se normalizan tanto en cuanto justifiquen ser lo suficientemente adaptativos.


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