lunes, 16 de enero de 2012

Yo conectado

La conectividad se define como la capacidad de un dispositivo de poder ser conectado de forma autónoma. El el mundo digital la conectividad se establece a partir del hipertexto según la naturaleza formal o morfología de los vínculos o enlaces empleados (texto, imágenes etc.) pero también, según el tipo de relaciones establecidas entre los nodos y documentos por medio de dichos enlaces La estructura del hipertexto se basa en tres elementos: nodo, anclaje y enlace. La relación entre estos elementos genera diferentes tipos de relaciones: asociativas, referenciales, jerárquicas dependiendo del enlace y el tipo de relaciones entre los elementos que conforman el origen y destino del mismo.

El mundo digital exige la conectividad para que una persona pueda interactuar con otras personas, si bien nos ha eximido de la necesidad de territorializarnos, es decir, podemos mantener una relación sin necesidad de verse. Pero también es cierto que en el denominado "ciberespacio" las posibilidades de conectarse son  infinitamente superiores a la que en el mundo real podría tener cualquier persona. Estamos entonces ante un fenómeno de hiperconectividad que nos lo va facilitando la aparición sucesiva de dispositivos que cumplen esta función: teléfonos, smartphones, tablet, ordenadores personales etc. La hiperconectividad se convierte en una manifestación de la sociedad digital, una sociedad necesariamente mediada por la tecnología para generar las relaciones. La comunicación se está convirtiendo así en una necesidad vital para las modernas sociedades incluyendo la tecnología como parte sustancial y necesaria de este proceso. 

Estar conectado es una exigencia básica de los tiempos que nos han tocado vivir. Se trata de ocupar en el ciberespacio el sitio que le corresponda a nuestro algoritmo. Debemos estar disponibles para el otro, los otros, para recibir y emitir  información. Parece que este es el papel que a cada uno de nosotros nos corresponde en el mundo digital.  El mundo digital por tanto nos define por tanto desde la conectividad y lo que se espera de cada uno de nosotros. La brecha digital es la distancia que hay entre los ciudadanos desde el acceso a los dispositivos de conexión al mundo digital y su uso. 

El mundo digital nace con vocación totalizadora. No solo ocupa nuestra jornada laboral, sino que aspira a ocupar  nuestro tiempo de ocio, el de las relaciones personales. Es cierto que ha simplificado enormemente nuestra vida y multitud de tareas pero también nos absorbe. Ha roto las fronteras territoriales pero también las del tiempo. Vivir conectado es ya una forma de vida, un modo de ser y relacionarse.


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