domingo, 14 de noviembre de 2010

La sociedad bloqueada

La semana pasada publicaba en El Mundo un artículo el exministro Jordi Sevilla titulado La España Bloqueada en la que hacía un repaso a la situación global de España (parece mentira que este hombre haya sido ministro) basado en parámetros económicos generales, pertenecientes al discurso oficial actual de la sostenibilidad y la innovación, pero con pocas referencias al modelo social que sostiene ese “bloqueo”.

En 1970 un sociólogo francés, Michel Crozier publicaba un interesante ensayo titulado La sociedad bloqueada. Este autor al estudiar algunos aspectos básicos de la organización institucional de Francia bajo los sucesos de mayo de 1968, el autor indica que una sociedad solo puede progresar si es capaz de crear nuevos estilos de acción que le permitan aprovechar activamente las posibilidades de desarrollo técnico y económico, en caso contrario dice, será una "sociedad bloqueada".

El problema es que en España no hemos sabido enfrentarnos a los grandes problemas con eficacia y perspectiva y de alguna manera, nos hemos bloqueado. Uno de los síntomas de una sociedad bloqueada es que nos llevamos hablando del cambio de manera incesante, pero sin que haya el menor cambio real nos indica Crozier.

En las sociedades bloqueadas los políticos con responsabilidad de gobierno se enfrentan al mismo dilema: enfocar los grandes problemas de manera integral para dar soluciones duraderas o centrarse en unos pocos problemas de alto impacto pero de corta duración marcados por las lógicas electorales.

Según Crozier los políticos de turno consideran más viable, centrarse en esta segunda opción pero los esfuerzos han sido poco alentadores y la mayoría no alcanzan a dar resultados ni siquiera para el gobierno que los creó.

Los mejores gobiernos, ministros y ejecutivos terminan siendo aquellos que se aferran a propósitos concretos, con resultados rápidos, no muy integrados y que logran producir un impacto (mediático) relativo en su área. El gran problema que tiene esta manera de hacer las cosas es que con el tiempo muchas de estas acciones se comportan como burbujas, es decir, desaparecen o pierden importancia tan pronto el gobierno o el ministro concluye su periodo.

Por ejemplo, con la mejor intención los gobiernos impulsan programas para combatir la pobreza, pero en números absolutos la pobreza ha seguido creciendo sin descanso. Lo mismo ocurre con el paro, o con la seguridad pública. Cada período electoral comenzamos de nuevo y gran parte del esfuerzo se transforma en otra burbuja.

Sin embargo los ciudadanos han refinado la percepción de las cosas y hay problemas que han sobrepasado a la propia sociedad, vivimos en un contexto altamente competitivo e inédito, al parecer de crisis impredecibles.

M. Crozier definía a la sociedad francesa en 1968 como una "sociedad bloqueada", por varios círculos de centralización y estratificación administrativas, incapaz de autocorrección. En el caso de España además con el agravante de que la administración y la sociedad civil están plenamente colonizadas por la sociedad política que ejerce un poderoso control y dominio.

Pongamos por caso lo sindicatos, fuertemente subvencionados por el gobierno, que han invadido espacios que corresponderían a la iniciativa social (la formación profesional por ejemplo, la intermediación en el mercado de trabajo o en su momento la vivienda) son organizaciones que, pese a tener un papel y unas funciones registradas en la Constitución de 1978, carecen de margen de maniobra y son un apéndice más de la propia administración. Obsérvese si no, los resultados de las movilizaciones de los últimos años. Analicen la respuesta de los propios trabajadores y valoren su nivel representatividad en muchos sectores económicos.

Por otro lado el enjambre de iniciativas sociales agregadas al discurso oficial y predominante. Estos enjambres reciben fuertes sumas de dinero público por desarrollar acciones concordantes con las políticas de cada momento. Un fuerte segmento paragubernamental cuya misión es extender el discurso y general un segundo nivel de control social mediante la ocupación de un espacio visible y organizado entre los ciudadanos.

No es difícil concluir que con una administración centralizada y fuertemente estratificada, la sociedad civil  colonizada por el poder político y los apéndices de enjambres de organizaciones subvencionadas al margen de la administración, España está bloqueada y su sociedad, sin margen de maniobra, más bloqueada aún.




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